el hábito de lectura en los niños y niñas.

Tal como cuentan Ignacio Martínez y Juan Luis Arsuaga, unos de los «padres de Atapuerca», parece ser que los Homo heidelbergensis o al menos los pre-neandertales, podían hablar correctamente como lo hacemos nosotros. Esta conclusión surge del estudio comparado del oído medio y el oído externo de cinco de fósiles humanos de la Sima de los Huesos de Atapuerca, con el de cuatro humanos actuales y cuatro chimpancés.

Según sus investigaciones, los sonidos que emitirían estos homínidos ancestrales, de hace unos 400.000 años, serían muy similares a los que ahora hacemos las personas. Y podemos ir un poco más allá, si los heidelbergensis podrían hablar, y nosotros sapiens podemos hablar… nuestro antepasado común, el Homo antecesor, es muy posible que también pudiese hablar.

Es casi seguro que podemos «hablar» desde hace miles de años. Pero la pregunta clave es ¿desde cuándo nuestros antepasados tenían un lenguaje complejo, surgido de una mente compleja? ¿Inventaban historias y hablaban entre ellos para mejorar la supervivencia del grupo? ¿Hacían «literatura oral» o contaban cuentos a sus niños y a sus niñas alrededor de la hoguera? La respuesta no es fácil. Y aunque no cabe duda de que los genes limitan el comportamiento, la respuesta es sí, ya que la cultura y la comunicación —mediante el lenguaje, la imagen o la música— han jugado un papel fundamental en la evolución humana. Se sabe que aquí juega un papel fundamental la imaginación y la creatividad, que son fruto de la interacción entre los genes y la cultura misma. La cultura es la característica diferencial de nuestra especie, y es consecuencia de la evolución genética.

Podemos decir que el Homo sapiens es la especie del arte-cultura, donde debemos destacar la literatura, que tiene su origen en la mente compleja asociada al lenguaje, a la comunicación social más allá de lo evidente. La literatura es una característica humana, relata atributos humanos, y nos interesa pues sus protagonistas generan emociones —positivas y negativas— en los lectores.

También es una característica humana, de nuestra evolución, hacer juicios de valor entre actos buenos y malos; somos seres éticos por naturaleza biológica y como consecuencia de la «inteligencia» que nos capacita para evaluar comportamientos correctos e incorrectos.


Por el momento, podemos decir que nuestra especie es fruto de la interacción genes-cultura, y que la literatura es una herramienta importante de comunicación, análisis y transmisión de valores que permiten mejorar la sociedad que conformamos como especie. Una razón básica para justificar «que debemos leer e inculcar en nuestros hijos e hijas el hábito de la lectura».

La escuela ha sido siempre la principal «cliente y promotora» de la lectura infantil, pero es bueno que las familias valoren esta necesidad y la promuevan en el hogar, haciéndose participes del proceso lector. Con el que se consiguen cuatro objetivos:

  • Facilitar el acceso de los niños y niñas a visiones diversas de la sociedad en la que viven y capacitarles para establecer valoraciones críticas.
  • Impulsar el aprendizaje y el establecimiento de vínculos utilizando la palabra, la narración, la poesía y el resto de elementos del arte-cultura.
  • Facilitar la socialización y participación en el mundo globalizado.
  • Ayudar a generar nuevos modelos de cultura y de valores que orienten el devenir del mundo en el que vivimos.

Con la literatura infantil y otros recursos para la promoción de la cultura en la juventud, orientaremos la evolución humana y será más fácil que hagamos honor al nombre que nos hemos puesto: Homo sapiens.

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