Uno de mis autores favoritos de la literatura infantil es Roald Dahl. En sus libros los protagonistas son los niños: traviesos, listos y atrevidos que se enfrentan a personajes malvados. Por eso posiblemente sus cuentos gustan tanto al público infantil.
Sus historias son divertidas y los protagonistas —los niños— se despojan de sus angustias, sus miedos, y de lo que tienen que soportar o callar, dado que «eso está mal o eso no se dice». Un ejemplo muy claro lo encontramos en James y el melocotón gigante, al morir los padres del niño, se va a vivir con sus tías, una pareja de viejas desagradables que le tratan mal. En el cuento, las tías acaban aplastadas por el melocotón gigante, y el niño se libera así de aquella tiranía. Dahl, provocador, piensa que «vivimos en un mundo cruel en el que los niños deben de luchar para conseguir sus fines. Las tías aplastadas son un maravilloso resultado».
Las historias que Roald Dahl cuenta en sus libros tienen sus raíces en la realidad —y en parte en su biografía— muchas veces cruel. En Matilda los niños se deleitan cuando la señorita Trunchbul es expulsada del colegio por los poderes mágicos de la protagonista. En El dedo mágico, los Gregg, grandes aficionados a la caza, son convertidos en pequeños animales voladores. Un aspecto fundamental de la obra de Dahl es la asociación que hace entre la irresponsabilidad de los padres y los defectos de los niños, bien patente en Charlie y la fábrica de chocolate.
La obra de Dahl se ve reforzada con las ilustraciones de Quentin Blake, de quien opinaba era el mejor ilustrador infantil del momento: «cuando Quentin dibuja una cara de malo, al personaje le convierte en muy malo». Este es el caso de El cocodrilo enorme, una obra menos conocida donde un animal enorme, en tamaño y en maldad, tiene el deseo de comerse algún niño, pues nunca los ha probado. Es su busca de niños, agrede a todos los personajes que se encuentra… Pero, como es de esperar, los niños son liberados del malvado personaje, que acaba mal.
Roal Dahl es uno de los escritores de libros infantiles más admirados de la literatura infantil. Controvertido y criticado: «Wonka es vegetariano y solo come alimentos saludables, pero seduce a los niños con dulces. Es sumamente inmoral» —dice una profesora de literatura infantil de la Universidad de Cambidge, que piensa que es uno de los autores más brillantes y divertidos para los niños. Siempre polémico, un conocido suyo dijo: «Casi todo lo que se pudiera decir de él, podría ser verdad. Todo dependía de la cara que decidiera mostrarte».
Para finalizar seguramente nos diría a los adultos: «el mundo de los niños no es solo dulzura y luz», a lo que Maurice Sendak añadiría: «de forma sencilla, los niños son criaturas complicadas, que te pueden volver loco. En la niñez hay crueldad y rabia». Así que, si te atreves, para estas navidades, regala los cuentos de Roald Dahl, son una buena opción.
Roald Dahl, uno de mis cuentistas favoritos. Imposible olvidar su obra Charlie y la fábrica de chocolate.