Se acerca el verano y siempre nos hacemos el propósito de que los más jóvenes, e incluso nosotros los mayores, aprovechemos para leer algo interesante. Las editoriales ofrecen nuevos libros, pero ¿hemos valorado recuperar los clásicos? Entre ellos podríamos destacar Las aventuras de Pinocho de Carlo Collodi (1826-1890), un cuento que nos puede ayudar a reflexionar sobre las actitudes y sobre la influencia exterior en la juventud. Es un cuento interesante para avivar e interpretar al famoso personaje —que se ha traducido a 87 idiomas—.
El famoso muñeco, de nariz enorme, asociada a la mentira y al engaño, ha sido interpretado de las formas más diversas: por su actitud vital era un rebelde para algunos; para otros, Pinocho fue hasta el precursor del pop art, y para otros es «un ser sin geografía y sin tiempo». Interpretaciones inagotables que abrazan desde el pensamiento educativo, el marketing y la publicidad, el pensamiento psicoanalítico, el filosófico, se ha asociado a la comparativa político y hasta la perspectiva teológica.
Pero de entre todo, hay una opinión de que al leerlo, el libro de Pinocho saca lo que cada uno de nosotros lleva dentro, y por eso es tan distinto para las personas. Alguno tiembla cuando recuerda la cuerda con la cual los asesinos intentaron ahorcar a Pinocho, y todos nos deleitamos con su inocencia y sus travesuras. Pero nos queda la duda de si Pinocho era un personaje obediente o rebelde, antiguo o moderno, o si se queda en un personaje de ayer o es un reflejo de uno del mañana. Pinocho se ha valorado como una vía de regresión a la infancia, la iniciación a la vida, el engaño pedagógico, la catarsis burguesa, la fuga de la represión familiar. Es complejo leer las críticas e interpretaciones que de el se hacen. Por eso, mejor leerlo uno mismo y ver que pasa.
Autores como el escritor Manglanelli, opinan que Pinocho, en realidad, es «un libro angustioso, pero también diabólico, contrario al dogma o a la doctrina, apasionado y de arrebato fácil», y añade que en la historia de personajes como Pinocho «está escondido el sentido de nuestra misma existencia».
Si nos vamos al modelo social actual, caracterizado como sociedad de consumo, con la lectura de Pinocho, es posible descubrir los peligros de adquirir, desmedida e irresponsablemente, los objetos del deseo, y que es posible encontrar felicidad en la sencillez. La reflexión de la lectura de Pinocho puede ser un buen elemento de sensibilización ambiental orientada a la solución de la problemática ambiental bajo la premisa de que «la publicidad, la mentira consumista, no nos abduzca».
Es posible que la importancia del libro de Pinocho esté en el hecho de que quienes lo leen se lo pasan bien, con las alucinantes ocurrencias de la marioneta. Y si queremos reflexionar, quizá las personas, al igual que el muñeco de madera, necesitamos encontrar una respuesta, una vía, para enfrentarnos al reto de desprendernos de los hilos con los que en ocasiones se nos maneja. Al fin y al cabo no somos marionetas en el escenario televisivo o mediático, ¿o sí?